Un día, dijo, fui a pedir informes acerca de una casa que deseaba rentar y me quedé de ver con la agente de bienes raíces. La estuve esperando afuera de la casa un buen rato. Incluso, me puse a leer el periódico y terminé esa faena con eficacia y serenidad. Algo raro en mí, ya que no acostumbro leer el periódico. Viendo que ya casi era la hora del lonche, y como traía mi lonche en el carro, una torta, decidí ponerme a comer el lonche de una vez. Bien, hice mi lonche, mientras veía el ritmo de las cosas, la gente, los tránsitos, los transportes. Cuando terminé mi lonche, encendí el carro para retirarme al trabajo. En ese momento llegó la agente de bienes raíces. Venía con otra persona, a la que seguramente le iba mostrar la casa.