—Hola, quiero jugo verde. No quiero juzgar la verdad. Quiero jugo verde con jengibre. No quiero shot.
—Jugo verde por su buen servicio —dice el juguero que anda en chinga.
—Ya vuelvo.
Él asiente y me disperso por la acera viendo que el sol irrumpe en la gripe como una infección buena onda. Me sueno la nariz y regreso al establecimiento.
—Ya está.
Le doy un billete, no dos. Me guardo las monedas, por si acaso, por si no tienen cambio en el transporte.
El eterno retorno no es para simpáticos porque de pronto hace calor en el No-dos. La verdad en el No-dos viene de adentro, no de afuera, y las palabras también.
El eterno retorno no es para simpáticos porque de pronto hace calor en el No-dos. La verdad en el No-dos viene de adentro, no de afuera, y las palabras también.
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