El vecino que come a tu lado te ve llegar con todas las de la ley, abrigado como viajero del Tíbet, con el abrigo color mostaza, y unas cuentas budistas en la mano.
—¿Cómo está la nieve? —pregunta el bajista de los Chili Peppers.
—¿Cómo está la nieve? —pregunta el bajista de los Chili Peppers.
Se quiere hacer el listo burlándose de mí, porque él va en shorts, aún y cuando hace frío. Es un héroe de la guerra fría, un macho cabrío y sus brazos tatuados son los trofeos de su recorrido por la dura vida. A su lado, una mina seria y pasada, por no decir cruda, que desayuna ignorándolo.
Me río, sonrío, porque no soy un bravucón, ni reacio. Me la llevo tranquilo, y luego saco el veneno escribiendo conjeturas incognoscibles. Dulce venganza de un mundo incognoscible.
—Tengo un resfriado —digo justificándome, ya que no soporto la incertidumbre.
Él gasta una broma empática —que él también debería cuidarse—, pero sospecho que por dentro se burla.
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